Comentario
El marfil adquirió un gran auge durante los siglos XIV y XIII a. C. en las principales ciudades de Siria, al igual que ocurrió en otras ciudades del Próximo Oriente. En el caso de Ugarit, las pequeñas obras eborarias, de exquisita y fina labra, salidas de talleres locales, estaban impregnadas todas ellas de influencias egeas y egipcias, como han señalado diferentes especialistas, consecuencia de las relaciones comerciales mantenidas con todo el mundo mediterráneo oriental.
Los talleres trabajaron tanto el marfil de hipopótamo, empleado en las pequeñas obras de mediana calidad, como el de elefante, siempre más fino y que se aplicó a las piezas de mobiliario de gran estilo, propias de la familia real y de personajes importantes. Ejemplo de ello es el magnífico panel doble -ocho plaquitas por friso- del lecho de una habitación principesca del Palacio real, pieza que constituye, hasta hoy y que sepamos, el panel más grande de todos los hallados en el Oriente Próximo (1 m de base por 0,50 de altura).
Cada panel, encuadrado por dos estrechas bandas también de marfil, a modo de marco, y ornamentado con motivos de cacerías y combate de animales, representa temas distintos. Uno, en la plaquita central, recoge a una diosa alada que cobija con sus brazos a dos adolescentes gemelos; por el lado izquierdo se figura a unos personajes -uno por plaquita- portando ofrendas hacia la pareja real, presente en el derecho, junto a un visir que lleva lanza o "harpé"; en las plaquitas de los extremos se halla el Arbol sagrado. El otro panel, siguiendo la moda egipcia, reproduce escenas de la vida pública del rey: en la plaquita central aparece amenazando con su espada a un joven enemigo de rodillas ante él; en el lado izquierdo está nuevamente el soberano, tocado con corona egipcia, atacando a un león y junto a esta escena se halla una diosa desnuda portando en cada una de sus manos un cetro floral y el emblema "ankh"; en las plaquitas del lado derecho se ven dos oficiales armados con arco y "harpé", un cazador portando un león cautivo y finalmente un funcionario; en las de los extremos vuelve a aparecer el Arbol sagrado.
En marfil de elefante fueron tallados también magníficos botes cilíndricos (píxides), aprovechando las secciones más gruesas de los colmillos. De estas piezas debemos señalar la tapa de bote de Minet el-Beida, del siglo XII a. C. (13,7 cm; Museo del Louvre), en la que aparece, trabajada en fino bajorrelieve, una enigmática diosa de las cabras salvajes, sentada y vestida con largo faldellín y con los senos al aire; junto a ella dos cabras salvajes intentan comer de las espigas que tiene en sus manos.
Pieza excepcional, hallada en un patio del Palacio real, es un olifante, labrado en un esbelto colmillo (60 cm de largo; Museo de Damasco), en cuya curvatura interna está esculpida en cuidadísima talla una diosa desnuda, vista de frente, con las manos aplicadas sobre el pecho y la cabellera estriada y suelta, rodeando la embocadura de tal instrumento musical; a ambos lados de la diosa se figuran sendas esfinges aladas y una rosácea, todo ello sobre una cenefa geométrica. Por debajo, y a pesar de que la pieza fue alterada por el fuego, se pueden ver los restos de dos felinos. Esta obra, fechada en el siglo XIV a. C., ha sido considerada como el prototipo oriental de olifante, el más antiguo conocido, instrumento que en la Biblia aparece citado para anunciar las fiestas y acompañar las ofrendas de los sacrificios.
Otra pieza, que no debe dejarse de lado, es una interesantísima cabeza imberbe, con alto tocado, hallada también en el Palacio real y que sí pudo escapar al incendio del mismo. Su modelado es particularmente exquisito y aunque le faltan las incrustaciones de ojos, párpados y cejas, la belleza de la pieza es impresionante. Los especialistas no se han puesto de acuerdo sobre si tal cabeza representa a una princesa, a un dios juvenil, a un príncipe o a una sacerdotisa. Nosotros creemos que puede tratarse de la imagen de un joven príncipe ugarita.
Además de otros marfiles menores -pensamos por ejemplo en la figura de una tamborilera (5,4 cm; Museo de Damasco)-son dignos de ser citados unos artísticos botes de tocador, en forma de patos con la cabeza vuelta hacia atrás, elaborados con marfil de hipopótamo. Dichas piezas eran imitación de moldes egipcios y gozaron de general estima en todo el ámbito sirio-palestino, habiéndose hallado también en Alalakh, Sidón, Kamid el-Loz, Megiddo e incluso Rodas.